En Cañada La Paz, Loreto, Eusebio Valenzuela y sus vecinos luchan por salvar su ganado ante la escasez de agua, limpiando un tajamar ancestral y extrayendo las últimas gotas de un pozo.

Implementan estrategias para conseguir el vital líquido.

En medio de la árida y desolada Cañada La Paz, situada en el distrito de Loreto, la desesperación se palpa en cada gesto de sus habitantes. Eusebio Valenzuela, un venerable productor de 83 años, lidera una lucha incansable por asegurar el acceso al vital líquido para su comunidad y su ganado.

Acompañado por sus vecinos, Valenzuela y un grupo de trabajadores rurales se han lanzado a una tarea titánica: abrir un tajamar utilizando herramientas rudimentarias como palas y carretillas. Este reservorio natural, creado hace generaciones por sus antepasados, ahora se convierte en la única esperanza frente a la prolongada sequía en la región.

La situación se agrava con cada día que pasa sin lluvia. La motobomba, una reliquia de épocas pasadas, retumba en el paisaje mientras extrae las últimas gotas de un pozo ancestral. Cada litro de agua es un tesoro que se acumula con precaución y esperanza, con la mirada puesta en el cielo en espera de una «bendita lluvia» que pueda aliviar la angustia de estos productores.

Para Eusebio Valenzuela, el objetivo es claro y urgente: salvar su ganado. Con voz cansada pero determinada, expresa la importancia vital de asegurar agua suficiente para sus animales.